Nos encontramos en La Casa de la Literatura Peruana. Hemos llegado a
Lima a medio día, Aleyda en avión desde
Piura y yo en bus desde Arequipa. Nuestra coordinadora nos ha pedido que
vayamos visitando la Sala de lectura Cota Carvallo.
Hemos entrado como cuando Rizitos de oro entra a la casa de los osos. Nos
han recibido una fila de estantes blancos cargados de coloridos textos cargados
de imágenes. Nos sentimos acogidas. Queremos leer todos esos libros que nos
llaman desde sus páginas. Y así, como en un desfile, hemos llegado al fondo a
sentarnos en torno a unas mesitas
blancas. En el camino tomamos algunos ejemplares y nos pusimos a leer el
más grande ¡Más te vale Mastodonte! de Micaela Chirif e Issa Watanabe, nos sumergimos nuevamente en la
aventura y en la identificación con el
niño quien toma un papel de adulto al darle tantas órdenes a su mascota, nada
menos que un mastodonte el cual no lo obedece en nada- como varias veces nuestros hijos- y sorprende cómo vence la ternura entre ambos
y entonces queremos estar con nuestros pequeños leyendo juntos.
El ambiente de esta sala es
cálido y cualquier persona puede entrar,
pero esa tarde no había ningún niño adentro. Nos preguntamos si los niños de la
calle saben que cuentan con este saludable refugio para disfrutar y saborear
estas delicias impresas. De esa forma,
continuamos explorando historias y volvemos a ser niñas otra vez, porque leerlas
es despertar al niño
que llevamos dormido, generalmente
por alinearnos a las complicaciones
de la vida adulta.
Ya es hora de nuestra reunión; entonces, salen dos señoras que se volvieron
niñas en esa sala y me doy cuenta que sí habían niños dentro, solo que
disfrazados de grandes. Llega el momento de escuchar las experiencias lectoras
con adolescentes. Aleyda nos contará cómo sus estudiantes norteños se han
entusiasmado con el proyecto de lectura y se preparan para dramatizar Romeo y
Julieta que han leído con tanta pasión y que seguro han adaptado a los Romeos y
Julietas sobrevivientes del siglo XXI.